DE “OTRA VUELTA DE TUERCA” A “EL ORFANATO”: QUE SÍ, QUE NO; QUE CAIGA UN CHAPARRÓN

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Por Federico M. Bones

No sé si será lícito comparar obras de disciplinas diferentes, pero en una época en que el cine y la literatura están tan interrelacionados me permito tal licencia (que en cualquier caso no considero un pecado).

Miércoles por la tarde. Mi amiguísima, colega y co-conductora Delfina y yo comenzamos de nuevo con un proyecto pospuesto demasiado tiempo: la segunda temporada de Off the book – Beyond Fiction, un programa casero de radio sobre escritores anglosajones y sus obras. En esta segunda temporada elegimos invocar autores estadounidenses, y el primero fue el fabuloso Henry James. “¿Qué mejor”, pensé, “que tratar su novela ‘Otra vuelta de tuerca (The turn of the screw)’? Es la más emblemática y me fascinó leerla.” La grabación del episodio se sucedió algo apurada, en parte porque no contábamos con demasiado tiempo; en parte porque cuando uno se entretiene y hace lo que le gusta el tiempo corre.

Viernes por la noche. A falta de algo más productivo que hacer (vamos… ¿quién quiere hacer algo productivo un viernes por la noche?) decidí volver a ver “La huérfana”, que encontré de casualidad en un canal de televisión. Linda película, aunque difícilmente uno elija verla una y otra vez. Quizás sí cada tanto. De cualquier manera es buena.

Terminada ésta, esperé el utilísimo anuncio de “A continuación…” El mismo me avisó que, luego de los comerciales, comenzaría "El orfanato". “Epa”, me dije, “elegimos películas temáticas.” Más tarde el canal me confirmaría tal cosa publicitando “El club del miedo… Viernes a las 22 hs”. Era mi oportunidad. Creía haber leído su trama durante una de mis ávidas búsquedas, y si bien no la recordaba estaba seguro de haber quedado, cuanto menos, interesado.

Supuse que iba a ser una película de las denominadas ‘pochocleras’, con lo cual programé el aire acondicionado para que enfriara algo más de lo necesario (¿cómo justificar a los demás, de otra manera, taparme hasta la nariz con el cubrecama sin sonar infantil, ridículo?) Para el caso fue lo mismo, porque al poco rato me agarró calor y tuve que resignar el cubrecama por una ligera sabanita.

La película
La cámara desciende. Un cielo grisáceo pero radiante precede las copas de algunos árboles, una imponente casa blanca, la vocecita de una nena coreando ‘Un, dos, tres. Toca la pared’ y girando sobre sí misma. Repite su versito una y otra vez, y un grupo pequeño de niños diversos se arrima hacia ella a medida que lo hace. El más adelantado la alcanza y le toca el hombro. Salen todos a la carrera. La primer niña, cual lobo feroz, deberá atrapar a sus agitados amiguitos mientras un espantapájaros vigila que no se acerquen ¿pájaros? ¿adultos?

Dentro de la casa suena un teléfono y una mujer con una versión expandida del uniforme de los niños atiende. Llaman por la adopción de Laura, la niña del principio, que aún no sabe que tendrá que abandonar el lugar.

Luego de los créditos, nos sumergimos en la historia de Laura adulta, que vuelve con su marido Carlos y su hijo Simón al lugar donde pasó su infancia. Tiene la intención de convertir ese lugar a la vez en su hogar y en un pequeño y renovado orfanato.

Simón, descubrimos transcurridos algunos minutos, es un niño cariñoso y bueno, que, como muchos hijos únicos, crea amigos invisibles con los cuales compartir a falta de un hermano. Además, tiene el típico miedo a la muerte propia y de sus seres queridos y, gracias a Peter Pan, a crecer.

Con la llegada a la nueva casa, nuevos amigos se suman a su círculo. Junto a él y Laura jugarán al tesoro escondido, llevándolo con pistas hasta una caja fuerte donde Laura esconde los papeles que revelan que Simón es adoptado y tiene, además, VIH. Simón arma un pequeño berrinche gracias a que Tomás, un nuevo amigo, le ha dicho que él es como Tomás mismo y los demás: no tiene padres, Laura no es su madre y Carlos no es su padre. Laura queda desconcertada.

Al llegar los niños nuevos, Simón le dice a su madre que quiere mostrarle la casita de Tomás. Laura dice que no puede ser en ese momento, pero Simón se obstina y enoja y Laura termina propinándole una cachetada. Laura se retira y deja a Simón en su habitación. Cuando vuelve a buscarlo, Simón ya no está.

La búsqueda que tendrá lugar llevará a Laura a descubrir que quizás su hijo haya sido secuestrado, o quizás solo se haya perdido jugando; que quizás ‘amigos invisibles’ no sea sinónimo de ‘amigos imaginarios’.

Narraciones intrincadas: lo real y lo imaginario en una psiquis trastocada
Ahora bien, la forma en que se suceden los hechos de la película da cuenta de que quizás la desaparición de Simón sea un ardid por parte de la misma Laura. Dado que Laura vivió su infancia en un orfanato, del cual fue extirpada de forma muy traumática – de golpe, sin avisar – es muy posible que tanto el lugar como sus amiguitos hayan quedado grabados en su inconsciente de manera que, en primer lugar, ella quiera retornar a ese lugar y, en segundo lugar, ‘vuelva a ver’ a esos niñitos. No hay que ser psicólogo ni estadístico para saber que es muy común que los infantes huérfanos (especialmente los de hace veinte o treinta años para atrás) se críen con traumas de diversos tipos.

Ahora bien, Tomás, el niño del cual Simón se hace amigo, no formaba parte del círculo constante de amigos de Laura. Dado que era deforme, su madre lo mantenía apartado y con una bolsa en la cabeza. ¿Cómo puede Laura acordarse de alguien que no vio? Simple: si bien no lo vio a plena luz del día, es probable que haya escuchado hablar de él o incluso haberlo visto ‘sin querer’, quedando su imagen grabada en su inconsciente con un montón de cuestionamientos acerca del mismo.

Eso explicaría por qué Laura ve a ese niño y, al enterarse de quién es, sospecha que él pueda haberse llevado a Simón. Ahora bien, Simón nunca vio ni escuchó hablar de Tomás. ¿Cómo es, entonces, que él puede comunicarse y tener contacto con un niño que sabe que se llama Tomás y confesárselo a Laura?

La respuesta está en la película misma: siempre que Simón le confiesa tal cosa a su madre, está sólo con ella; no hay nadie que pueda atestiguar que Simón lo haya dicho.

Dado dicho relato, y como ya dije antes, puede ser que haya sido Laura quien escondió a su hijo en algún lugar con quién sabe qué finalidad (que en última instancia no viene al caso) y luego culpa a los fantasmas de la casa. Inclusive se convence a sí misma de que pueden haber sido los fantasmas de sus ex – compañeritos, y una vez convencida convence a los demás.

Por si quedara alguna duda, llama a una médium para que contacte a los fantasmas. Ahora bien: el relato de un médium es de por sí poco confiable, dado que los fenómenos paranormales están íntimamente ligados al nivel inconsciente de la mente humana. Aún cuando existan fenómenos de ese tipo, ¿quién puede asegurar, en cada caso, la realidad o la ficción de los mismos? Estando con la médium, todos escuchan que ella habla con alguien. Incluso se perciben voces de ese o esos alguien/es. Pero aún así, ¿no existe la posibilidad de que esas voces sean producto del inconsciente de la médium? (Mención aparte merece la interpretación de G. Chaplin)


Escrituras y re-escrituras

Lo dicho hasta aquí podrá hacer eco de una historia que se narra de la misma manera, ambigua e infinitamente discutible: “Otra vuelta de tuerca”, de H. James.

La crítica no ha logrado hasta el día de hoy (y probablemente nunca logre) ponerse de acuerdo en cuanto a la realidad o la ficción del relato de la institutriz victoriana que, en un rapto de ¿dedicada protección? ¿Furioso desconcierto? ¿Represión liberada?, mata a uno de los niños que tiene a cargo por creerlo poseído por el espíritu de un ex habitante de la casa en que vive y trabaja.
Nunca fue más cierta la máxima de M. Bajtín (Todo enunciado provoca una reacción) que  con dicha novela. Basta leer los dichos y las contradichos, dicciones y contradicciones de críticos como Edmund Wilson, William Veeder[i] para confirmar los dichos de Bajtín.

Ahora bien, como dije al principio, el cine y la literatura están, hoy más que nunca, estrechamente ligados. “Otra vuelta de tuerca” ha sido objeto de varias adaptaciones cinematográficas, televisivas, radiofónicas y hasta teatrales. Por poco confiable que sea, se puede consultar Wikipedia para ver cuántas ha tenido.

Aparte de haber sido adaptada, tamaña obra ha influenciado a escritores y cineastas contemporáneos en sus obras. La más notoria fue “Los otros”, esa obra maestra del chileno Alejandro Amenábar que mantiene en vilo hasta el final mismo. “El orfanato”, sin temor a equivocarme, es otra de las obras que muestran una gran influencia Jamesiana.

Como cierre quiero hacerme eco de la opinión de D. Morganti (opinión que respeto profundamente) sobre “The turn of the screw”: ‘La obra me pareció aburrida, no entiendo por qué causó furor en su época una novela que no tiene final. Aun cuando el final no sea el que me gustaría, me gusta que las cosas tengan un final.’

Por eso recomiendo mirar “El orfanato”. Tiene el cierre que, estoy de acuerdo con Dee, no tiene la novela. Si bien la ambigüedad no se resuelve, si bien no tenemos por seguro qué pasó (o mejor dicho cómo pasó lo que pasó), Laura le da un cierre a su historia, la de Simón y la de los demás chicos. Un cierre agridulce. Un cierre magnífico.



[i] Para leer una sistematización (comprensiblemente incompleta) de la crítica sobre esta novela, click aquí.
Ninguna de las imagenes me pertenece, y no han sido incluidas con ánimo de lucro alguno.

Comentarios

  1. Mi feeling con esta clase de películas, después de "Scream I", digamos que se acabó. Y después de La Llamada I, además. No creo que haya buen cine de terror desde entonces, y de cualquier modo está inspirada en una historia de un autor japonés, si mal no recuerdo. Buen artículo. Creo que ese día el género te atrapó! La Huérfana es una película que sinceramente me aburrió. Recuerdo que cuando fui a ver La Aldea en el cine, no paraba de reírme. Fui con mi prima Sofía, y la verdad es que mientras reinaba el silencio, nuestras carcajadas a escondidas no paraban...

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  2. Yo en general soy escéptico con las películas de terror, no me convencen fácil. "Actividad paranormal", por ejemplo. No me dio miedo. Me dio... ¿Cómo decirlo? Sueño. Sueño, me dio. Hasta el final. En el final cualquier idiota que tenga reflejos se sobresaltaría.

    Pero con esta me pasó que, aparte de gustarme la trama, me encantó la forma en que está contada. Te mantiene en vilo. Además de que, para mí, y aún sin serlo, es la mejor versión cinematográfica de la obra de H. James.

    Aún así: no me parece de TERROR en sí, sino más bien de suspenso. Más que terrorífica es inquietante la historia de Laura en sí (interpretada magistralmente, me olvidé de decir). En realidad creo que no hay cosas que me asusten, así que ninguna película me parecería de terror. Uno se asusta de chico, con la oscuridad, con el cuco, con la muerte. De grande uno se amiga con todas esas cosas. Calculo que ni "El exorcista" me daría miedo si la miro ahora.

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